Hay
un perro en mi casa. Tiene cuatro extrañas patas y dos orejas que a veces se le
vuelven hacia atrás. Corre y olfatea como si el ambiente le resultara propio y
ajeno al mismo tiempo. El perro en mi casa tiene una pequeña cola parecida a la
de los porcinos, cuestión que me hace sospechar que tal vez no lo sea. Come
todo el día y, si pudiera, comería un poco más. Se pelea con el gato, porque
también hay un gato en mi casa, y hacen las paces lamiéndose en amistosos
lengüetazos.
Hay
un perro en mi casa. No sé en qué momento entró, ni por donde, ya que su tamaño
no le permitiría caber por las pocas aperturas que me acercan al exterior.
Quizá nació aquí dentro sin que exista una perra que lo pariera, aunque puede
que sea un germen que fue mutando y creciendo a lo tonto y a lo bobo hasta
encarnarse en un perro, tonto y bobo, en mi casa. Las manchas amarillas en el
piso confirman su existencia para todo aquel que no me cree por no verlo.
Hay
un perro en mi casa. No estoy segura de que sea cierto pero sí de que, en poco
tiempo y a merced de su estrepitoso crecimiento, ya no habrá lugar para la
jaula del canario ni para mí.
Fatal.
ResponderEliminarComo en muchas ocasiones, somos sorprendidos gratamente. O no.
Bello e inquietante. Por un momento me retrotrajo a "Casa tomada", pero con tu sello, el que se desliza entre lo real y lo imaginario.
ResponderEliminarBeso grande
Espero un poco hasta que estés segura de que está permanentemente, nunca se sabe si lo que no se ve es irreal o no...
ResponderEliminarBesos y salud
Es un placer para mis ojos volver a leerte después de tanto tiempo Sol. Bienvenida nuevamente a mi vida y a la lista de mis blogs favoritos. Muchos cariños desde aqui, hasta en donde estes.
ResponderEliminarZeroz
Cualquier miedo a veces nos invade la mente y ya no tenemos sitio para nosotros. Qué difícil echar un enorme perro de tu propia casa invadida. Aunque si les plantas cara, esos perros se asustan y se van, son cobardes...
ResponderEliminarAbrazo!