sábado, 2 de noviembre de 2013

Toma siete

La niña mira por la ventana ilusionada. Ha visto en la tele como es todo afuera, pero esta es la primera vez que va a vivirlo. El aire, al que se refieren como tan peligroso, es su más secreta tentación -ama lo prohibido y a los peces-. Los martes, de ahora en adelante, dormiría hasta las tres, pero los jueves esperaría desde mucho más temprano el viernes. Cuando su padre llegara a la noche, ella le leería un cuento y él se dormiría; la niña saldría en puntillas y prepararía caramelo para decorar la merienda del sábado, con la que despertar a su madre en sus dominicales cumpleaños. Los lunes, sin embargo, se desperezaría hasta morir, pero, se sabe, no rencarnaría -ama lo prohibido y a los peces: el vidrio está roto-.

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