La niña mira por la ventana ilusionada. Ha visto en la tele
como es todo afuera, pero esta es la primera vez que va a vivirlo. El aire, al
que se refieren como tan peligroso, es su más secreta tentación -ama lo prohibido y a los
peces-. Los martes, de ahora en
adelante, dormiría hasta las tres, pero los jueves esperaría desde mucho más
temprano el viernes. Cuando su padre llegara a la noche, ella le leería un
cuento y él se dormiría; la niña saldría en puntillas y prepararía caramelo
para decorar la merienda del sábado, con la que despertar a su madre en sus
dominicales cumpleaños. Los lunes, sin embargo, se desperezaría hasta morir,
pero, se sabe, no rencarnaría -ama
lo prohibido y a los peces: el vidrio está roto-.
Me encanta, escribiendo estás más loca que yo ;)
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