domingo, 23 de junio de 2013

De puntos de fuga

-A ese punto que está allá, fijo, lejos, ¿lo ves? Ahí vamos.
-No lo veo, no estoy seguro de querer ir.
-¿Por qué? ¿Porque no lo ves o porque sí lo veo yo?
-Por ambas cosas. ¿Cuál sería ese punto? ¿Me lo señalás?
-Ahí, justo ahí. Por donde iría una luz de láser si saliera de mi dedo. Igual, no vas a poder verlo como yo.
-¿Y si cambiamos de lugar?
-Es lo mismo. Tus pupilas seguirán siendo las tuyas y mis pupilas, mías.
-¿Por qué elegiste ese punto?
-Porque es lo que quiero…
-Mirándolo desde acá.
-No, mirándolo desde siempre.
-¿Qué es siempre?
-Antes.
-¿El pasado?
-Todo. Siempre es todo. Lo que no pasó, todavía no existe, entonces no se cuenta como siempre.
-¿Y cómo sabés que no te vas a perder?
-Porque no dejaré de mirar el punto.
-¿Y si te distraés?
-No me distraería…
-¿Y si aparece un obstáculo?
-Los obstáculos no existen.
-¿Y si ya estuvieras ahí?
-¿Ahí, dónde?
-En ese punto fijo.
-¿De qué punto hablás vos?
-Mirá, seguí mi dedo. Como si una luz saliera de él.
-Ah, ese… No me interesa.
-¿Por?
-Porque ahí no hay música.
-¿Cómo sabés?
-Escuchá… Siempre estuvimos acá.
-¿Qué es siempre?
-Todo.
-¿Dónde es acá?

-Siempre.

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